El Salmón

Para los que nadan.

martes, enero 23, 2007

Sala de embarque

Miraba los aviones. Las alas enormes, como brazos a tientas. Tenías puesto el vestido blanco con diminutos puntos negros perfectamente separados, un poco más arriba de las rodillas. Y el tipo, vestido de piloto, te miraba las piernas desde el counter. Las rueditas de tu maleta dejaban un rayón en el piso recién encerado; como suelen ser en los aeropuertos a las 7 de la mañana. Por la ventana que daba al oriente pude ver el claro en la cordillera, y las ganas de romper tu pasaporte se repetía en mi cabeza.