Centinela
Escuchaba a mi madre susurrar la melodía de una cigarra que regresaba de la guerra. Creo que decía un año, andaba por ahí, después de haber escarbado con sus dedos -dejando epiteliales del continente en sus uñas- la tierra. También me llamaba negrito cuando recolectaba frutos en las praderas, y yo no podía hacer freno a mis párpados hasta que la penumbra se apoderaba de la parte trasera de mis ojos. Me arropaba y me cuidaba el sueño con sus satélites mientras hacía dormir al negrito de mi hermano