El Salmón

Para los que nadan.

miércoles, mayo 17, 2006

Calibre 38

Se sentaron tomados de la mano. El silencio hablaba por los dos. Pensaban en voz alta, se escuchaban en el más absurdo silencio. Se miraban de espalda, aunque él se volteaba sin permiso. Lo hacía mientras recordaba ciertos pasares. Pero no se sacaba esa imagen de su retina, del corazón, de lo más profundo de su alma. Estaba estampada en la sien del maldito recuerdo. De uno que se entregaba a la soledad del entierro. Uno involuntario. Una perpetua violación de las sonrisas matutinas. Las rosas rojas con el desayuno, las velas encendidas, consumiendo un romance tinto. Ahora con sabor mierda. Giró y el disparo le destrozó el cráneo.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Bonito (los textos), pero me están perturbando un poco -las muertes y disparos- ¿Estás pensando hacer algo? Invita, Nico.

7:44 p. m.  
Blogger María José Fuentes said...

Sigue subiendo lo que escribes.
Para qué decir que me gusta como y lo que escribes, pero me gusta mucho como y lo que.
No me importan los disparos como a Nico, está todo bien.

kaboom!

12:49 a. m.  

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